9 ago 2013

La cosa

Era de noche pero ella no tenía sueño. Tumbada en la cama su cabello rubio se desparramaba en todas direcciones y sus lágrimas mojaban la almohada.
Lentamente se puso de pie y se vistio con su ropa de batalla, sabía que el enemigo estaba abajo.

Sólo 27 escalones la separaban de aquella cosa con el aspecto más amenazante que ella hubiese visto jamás: tenía cabeza humana pero parecía putrificada, su cuerpo parecía una especie de insecto algo semejante a una mantis pero con cuatro pares de pinzas que nacían de su tórax, la parte posterior de su cuerpo recordaba a unas patas de canguro rojas y moteadas de morado.

Estaba segura de que esa cosa había devorado a su marido ya que antes de empezar a subir la escalera había visto las piernas de su marido desaparecer por la boca sangrante y putrefacta de la criatura. Por suerte esta cosa no la había visto a ella que había huido escaleras arriba.

Al asomarse al salón pudo ver a la criatura destrozando el sillón preferido de su marido. Al ver esto su rabia exploto y antes de tener tiempo de pensarlo fue a por un cuchillo de cocina y atacó a la cosa. El animal no se resistió parecía casi asustado, pero a pesar de eso su mutilación no fue más leve.

Asustada por todo lo que había pasado llamó a su madre, la cual parecía hablar un idioma muy extraño del cual ella solo entendió la palabra pastilla.
¡Ah, pastilla! Como la que debía tomar.

Fue a la cocina, lleno un vaso de agua y trago la pastilla. Algo más tranquila y sabiendo que la cosa solo había sido una alucinación, provocada por su enfermedad mental, se dirigió al salón. Alli descubrió el cadáver de su marido, aún sentado en su sillón favorito, con un cuchillo de cocina aún clavado en su pecho. Ella comenzó a llorar con la cabeza baja y entre lágrimas pudo distinguir su vestido blanco empapado en sangre.

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