29 mar 2012

La máscara

Otro día más suena mi despertador, la misma melodía que me habla de una chica guapa que encuentra el amor de su vida. No se porque aún la tengo en el móvil, la apago de un manotazo y me pongo en pie.

He aprendido a peinarme sin espejos y hasta creo que me queda bien, enciendo la televisión para ver las noticias aunque nada me interesa.

Miro la hora y me pongo en pie ya que ya mismo será hora de comer, hoy quiero comida china. Saco una lata de cerveza, cojo la guía y llamó al primer restaurante chino que aparece aunque tardará en venir yo ya tengo cerca mi máscara.

Tras el accidente no quería usarla pero veía como la gente me miraba de reojo, los niños se reían y los conocidos venían a preguntar. No era agradable explicar como por culpa de un niñito que conducía borracho perdí a mi familia y con ellos mi belleza.

La verdad que nunca fui un chico espectacular pero no me podía quejar, ligaba de vez en cuando y parecía que había encontrado una chica que podía llegar a más. El timbre me saca de mis pensamientos, me pongo la máscara, abro y pago.

Desde que mi familia se fue y heredé la casa y el dineral del seguro no he salido mucho, me traen la compra a casa y siempre encargó la comida en algún lugar. Simplemente soy uno de esos bichos raros a los que nadie nunca ve, o al menos quién me ve no lo puede contar.

Cuando fui consciente de que mi vida había sido arruinada decidí vengarme de todas esas personas que conducen cuando han bebido. Es muy simple, cojo el antiguo coche de policía de mi padre y me pongo su uniforme. Simulo un control en algún punto cercano a la zona de fiesta y cuando paren a soplar los abro en canal, a quién conduzca y a sus compañeros.

Me gusta patrullar la ciudad yo y el cuerpo inerte de lo que un día fue una preciosa chica. Me gusta el sonido de la carne al abrirse, el olor metálico de la sangre pero lo que más me gusta es el coleccionar nuevas máscaras, máscaras de piel humana.

Tal vez algún día compré un espejo para ver como quedan mis nuevos rostros.

Ella

Un rayo travieso se cuela por la persiana, tal vez intentando tocar su rostro de porcelana, tal vez intentando despertarla.

Abre los ojos lentamente, aturdida y vacilante mientras poco a poco los recuerdos vuelven a ella.

Ella ya no esta es lo primero que su mente traicionera le trae de vuelta, aún juguetona su mente le repite que ella nunca volverá que la ha perdido para siempre.

Poco a poco recuerda porque esta en esa ciudad extraña, donde sólo un hostal la resguarda. Se levanta lentamente y se pone su ropa, tiene que seguir buscando.

Vaqueros, camiseta de tirantes y algo de tacón porque es más fácil torturar con algo afilado. Tiene una pista y piensa seguirla.

La ciudad parece que la observa, como sí supiera que no pertenece allí, como sí supiera el daño que iba a hacer.

Camina decidida hacia la otra punta de la ciudad buscando la fachada amarilla de puerta marrón, cuando la encuentra se acerca y toca al timbre. Contesta la voz de un chico ahogada, Sisi responde un par de palabras con su sexy voz y en menos de un segundo el chico ya ha bajado.

Un saludo cortado, un pequeño recordatorio de quién era y de porque le había llamado. El chico asiente, recordaba la llamada preguntando por la chica muerta. Sisi pide información que el muchacho niega conocer y la conversación continua mientras caminan, al parecer, sin rumbo fijo.

Sisi se esta cansando de mentiras, lleva días de búsqueda y el resto de testigos la han llevado hasta este chico: el portero de la discoteca en la que apareció el cuerpo de ella. Por suerte su destino esta cerca, Sisi lo empuja al callejón y sin pensarselo dos veces lo empuja contra la pared mientras se descalza. Pone la punta de su tacón contra el ojo derecho y empuja, mientras le tapa la boca.

La sangre no para de brotar y el chico está tan atemorizado que no puede ni llorar. Sisi vuelve a preguntarle quién mató a la chica y antes la falta de respuesta de él saca su cuchillo y le baja el pantalón. Él comienza a llorar y balbucea un nombre al ver como llora Sisi se piada de él y le da un puñetazo tan fuerte que le hace perder la conciencia para que así no sufra mientras ella le arranca el corazón.

Una vez terminado el trabajo se limpiar el tacón en el pantalón del muerto y vuelve para su hostal mientras comienza a llover.

Llega al hostal, abre el armario, saca la caja y guarda el corazón satisfecha de que quienes le dieron muerte a su chica están pagando con el mismo precio que ella misma....la perdida de su corazón.

Se va a la cama, mañana será un día difícil, mañana por fin vengara la muerte de su amada.