26 oct 2012

La obra

Hoy llueve, me asomo a la ventana y veo los charcos en el suelo, tan perfectos que son como una llamada. Como cuando un pintor mira su lienzo esperando que su musa llegue para mostrarle que cuadro creará hoy.
Adoro cuando la sangre cae sobre los charcos, me recuerda a un gran acuarela.
Me retiro de la ventana y avanzo hasta el armario, cojo mi chubasquero azul y salgo a la calle para ver que cuadro haré hoy. Avanzo despacio, mirando a las familias a través de las ventanas. De repente me encuentro con una pareja y entiendo cual es mi misión hoy.
Rodeo la casa, y entro por una ventana que no termina de cerrar bien, oigo risas en el salón mientras pienso en como voy a hacerlo. Unos pasos que se acercan me sacan de mi ensimismamiento, me escondo en un armario y lo veo pasar, es el chico que llega como un regalo del cielo.
Salto sobre el y mientras le tapo la boca le clavo un cuchillo entre las costillas, lo sujeto para que no haga ruido. Cuando su cuerpo se desploma, lo apoyo en la pared y le clavo las manos en la pared de la cocina, cada una a un lado formando una línea recta con sus hombros. Ahora es el turno de las piernas, le pongo un pie sobre el otro y se los clavo contra la pared, parece que el dolor le ha devuelto la conciencia pero no me preocupa es el turno de ella.
Paso al salón, esta sentada en el sofá, me acerco por detrás le tapo la boca y la obligo a arrodillarse. Una vez arrodillada la estrangulo, es la única muerte posible para que sus ojos se vean rojos.
Una vez muerta la arrastro a la cocina y la dejo arrodillada frente a su marido, le cojo las manos y se las ato de forma que las palmas se toquen con los dedos a la altura de la nariz.
Ninguno respira ya, es hora de irse pero antes me aproximo a la herida que el tiene en el costado, mojo los dedos en sangre y le dibujo lágrimas a ella.
Salgo por la ventana sin que importe llevar el chubasquero manchado de sangre, el agua me limpiará. Siento mucho orgullo de mi obra y espero que a la policía le resulte tan espiritual como a mi.

3 oct 2012

Costumbres

Era una noche cálida de principios de verano pero aún así Yaina estaba tapada con las sábanas.
El silencio de la noche fue roto por una suave crujido. Un crujido sin importancia ya que el suelo era de madera, pensó ella.

La puerta de su cuarto estaba abierta pero estaba tan oscuro que ni se podía ver las palmas de las manos.

Cuando quiso darse cuenta de lo que sucedía era demasiado tarde él estaba sobre la cama, ella intentó huir cayendo pero la sabana que cubría su cuerpo estaba debajo de su asaltante por lo que tropezo y su asaltante la agarró del pelo para llevarla de nuevo a la cama.

Donde la estrangulo, pero no fue un estrangulamiento normal sino que tras ahogarla un rato dejaba que volviera a respirar. Cuando su atracador se canso del juego, la ahogo hasta que su aliento se perdió y su corazón se paro.

Yaina fue una esclava de sus costumbres. Si hubiese dejado una luz encendida podría haber visto la sombra antes de que llegará, si hubiera cerrado la puerta con llaves hubiera oído el ruido al forzarla y si no usará sábanas habría podido correr.

Pero todos tenemos manias y el asaltante no era menos, mientras estuvo estrangulando a Yaina se había mordido el labio por la excitación, como siempre hacia, con tanta fuerza que su sangre había caido sobre el cuerpo inerte de la joven. No tardaría mucho en terminar en la silla eléctrica, condenado por sus costumbres.

El oráculo

Un líquido caliente y espeso baño mi cara, sabía lo que era hasta con los ojos cerrados. Olía metálico y aunque no pudiera verlo sabía que color tenía.

Mi cuerpo empapado, no había duda de que alguien quería una predicción. Desde niña el ritual era el mismo, un baño de sangre a cambio de "ver el futuro".

Cuanto más joven fuera la víctima más exactitud tenía mi visión. Mientras meditaba sobre lo que iba a decir saque la lengua distraída para probar el dulce sabor a hierro que había en mi cara.

Excitada y soñadora recitaba mi predicción, aunque no me concentraba en exceso pues solo podía pensar en que la persona que tenía delante acababa de asesinar solo porque era mi voluntad.

Os preguntareis el por qué de esto, que gano yo bañandome en sangre. Amigos míos lo que gano es la eterna juventud y sobre todo el placer de que los demás hagan lo que quiero a cambio de algo que ni yo se sí es verdad.