27 oct 2011

Cena en el parque

Papá siempre me dijo que era demasiado inocente para este mundo tan cruel, eso fue antes de cambiar. Antes de que aquel paseo de noche me tranformara.
Me llamó Bill y siempre respete al resto de mis iguales, era uno de los seguidores más firmes de la iglesia cristiana y Dios regia cada uno de mis pasos, claro esta que fue antes del infierno que vi aquella noche.
Cuando salí a pasear, llame a mi mejor amigo y quedamos que iría a su casa a probar su juego nuevo, estaba impaciente así que decidí acortar por el parque.
Cuando pasaba cerca de la zona de los niños lo oí, un susurro quebrado, seguido de un sollozo atemorizado.
Lentamente me acerque y pude ver como una jauría de lobos comían del cuerpo de un hombre aún despierto pero tan atemorizado que no podía ni gritar. Forcé un poco la viste y pude ver como entre los lobos también había un hombre a cuatro patas deborando lo que quedaba del desafortunada transeúnte.
Me camufle con las sombras sin poder apartar la vista de aquella singular cena, cuando a penas quedó piel y carne que separar de los huesos el hombre se puso en pie y tras un silbido los lobos lo siguieron.
No dejaron mucho de aquel hombre pero sí lo suficiente para que me preguntara a que sabría, la curiosidad puedo conmigo así que me acerque al cadáver, le cogí por el cuello y mordí sus mejillas hasta desgarrarlas del hueso.
Era un sabor exquisito y peculiar, desde que el primer bocado entro en mi boca supe que no podría dejarlo, aún ahora 10 años después sigo vagando por los parques en busca de algún peatón con buen aspecto y rara es la noche que no como al menos uno.
Mi hambre es insaciable y cuanto más como más quiero
Sólo espero nunca pasar hambre...
FIN