20 feb 2012

Día Z

Nota de Syara:

Este relato es un regalo para alguien muy especial. Para mi es todo un reto escribir algo así, tan diferente a lo que estoy acostumbrada, pero él es quién me apoyó con lo del blog y quién me da ánimos constantemente.

Espero que le guste y sobre todo que a vosotros también os guste.

Felices pesadillas,
Syara.

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Me llamo Popls y desde pequeño fantaseaba con los zombies, como sobreviviría a un apocalipsis, que arma usaría, y todo lo que os podíais imaginar.

Era divertido imaginarme todo eso en la tranquilidad de mi casa, pero cuando el día Z llegó no estaba preparado.

Los primeros indicios llegaron por televisión, personas con sed de sangre que mataban a otras con excesiva violencia, aunque nunca salió que se los comieran. Los asesinatos se multiplicaban, y se hacían incluso hasta a plena luz del día. Las imágenes que se retransmitían cada día mostraban a asesinos encharcados en sangre y con partes de sus víctimas en sus manos. Las noticias hablaban de una especie de secta que intentaba causar temor. Una secta internacional y ampliamente extendida, pues cada vez más asesinatos eran retransmitidos.

Lo que las noticias no contaron, o no sabían, es que al rato las víctimas volvían a reaccionar y a andar, sólo con una pequeña diferencia, ahora querían alimentarse de humanos.

La guerra Z había empezado pero yo, ignorándolo todo, seguía de exámenes y apartado del mundo.
Cuando por fin estuve seguro de lo que sucedía fue cuando lo vi con mis propios ojos. Estaba saliendo de mi casa cuando mi vecina me adelanto, al alcanzar ella el patio escuché gruñidos, luego gritos y más tarde pude ver claramente (gracias a mi puerta de cristal) como el conserje atrapaba a mi vecina contra la puerta y le mordía. Poco a poco fue devorándola, arrancándole piel y músculo dejando al descubierto sus huesos.

Corrí hacía casa, cogí agua, comida, una de mis espadas, las llaves del coche y el machete de mi padre, me vestí con el máximo de ropa que pude encontrar y pensé un plan para llegar hasta el coche y dirigirme a las montañas más deshabitadas.

Salí de casa de puntillas intentado pasar desapercibido pero nada más levantar la mirada encontré a la que había sido mi vecina atravesando el cristal de la puerta seguida de un par de conocidos más. No pude pesar mucho antes de que mi instinto hiciese que mi mano se levantara empuñando la espada y se clavase en su cráneo, una vez que mi instinto de supervivencia tomó el control el resto fue muy fácil. Ya tendría tiempo de arrepentirme cuando estuviese a salvo.

Tras mi pequeña primera masacre, salí por la puerta y me dirigí al coche. Sabía que no podría echar gasolina pero al menos esperaba que me permitiera salir de la ciudad. La cochera estaba tranquila, será porque la única forma de acceder es con llaves. Eso me hizo relajarme y me permitió desahogar mi llanto por las vidas que acababa de sesgar.

Tras ese lujo, que no sabría cuando me lo podría volver a permitir, arranque el coche y me dispuse a salir al nuevo mundo. Atravesé la ciudad sin accidentes gracias a que las calles estaban desérticas con la excepción de varios zombies que intentaban perseguir el ruido del coche hasta que lo perdían. Al salir, me dirigí al norte, evitando las autovías e intentado visualizar algún sitio donde dormir.

La primera noche la pase en un cobertizo, donde intenté tapiar la puerta y donde para mayor seguridad dormí dentro del coche. A la mañana siguiente volví al camino, la gasolina escaseaba y cuando el coche se parara me encontraría con el gran problema de cargar con la comida y bebida que había recolectado.

El coche se detuvo en un camino desértico, desde entonces continué a pie, buscando donde refugiarme y peleando contra la que se me cruce vivo o muerto, ¿Por qué de algo hay que alimentarse no?.

El día Z nos cambio a todos, ya no sólo ellos comen carne, ya no son ellos los más salvajes. Y ahora que te he contado mi historia, me gustaría saber la tuya porque me gustaría hacerla parte de la mía una vez que tu fueras parte de mi estómago así podría agradecerte mantenerme con vida.

Así que… ¿Syara era no?. Soy todo oídos.

5 feb 2012

Amor eterno

"Sigo enamorado de ti".

La misma frase, escrita con ese oscuro tono rojo, en un espejo de una casa diferente. No importa cuantas veces se mude él la encuentra.

Seguro que todo el mundo ha estado alguna vez con una persona incorrecta, alguien que no es tú tipo, alguien que no te conviene, alguien que después se vuelve pesado...

Pues a veces el simple hecho de sonreír a alguien hace que ya el resto de tú vida quede condicionado.

Luke era de esos chicos que nunca aceptaban un no y cuanto más se lo decías más persistentes se volvían. El fallo de Margie es que nunca dijo que sí.

Habían pasado cinco años desde que Luke la había visto en los pasillos de la universidad y se había "enamorado" precisamente de ella.

Desde entonces la condena de Margie había comenzado, rosas a diario, llamadas constantes, amenazas a sus amigos...

Margie cambio de ciudad y hasta de apellidos pero él la volvió a encontrar. Al principio era agobiante no peligroso. Hasta que Margie empezó a salir con un chico.

El día que hacían un mes quedaron en un restaurante para celebrarlo pero el no se presentaba, pasaron las horas y Margie abandono el local y se fue camino a casa.

Subió a su piso con las lágrimas recorriendo su cara y con la convención de que al día siguiente le pediría una explicación. Se fue preparando para ir a dormir mientras su tristeza y enfado invadian su mente.

Tras retirar los cojines de su cama descubrió con espanto la cabeza de su novio con una nota en la boca (que ella se negaria a leer toda su vida), su grito se oyó por todo el bloque.
Salió corriendo al teléfono cuando percibió un destello por el reflejo cuando se giro descubrió un te quiero escrito con sangre.

Cuando la policía llegó no puedo encontrar a Luke. Parecía que había desaparecido.

Así que Margie volvió a mudarse de ciudad y cambiar su nombre. Desde entonces Luke no había vuelto a aparecer en su vida y ella había prometido no volver a salir con nadie.

Hasta hace una semana que comenzó a salir con alguien...alguien que, por la nota de su espejo, acababa de morir.